Luna llena en Escorpión. Mayo 7, 2020. Hacia la profundidad.

Foto de Boki Markov en Unsplash

Ninguna Luna llena en Escorpión es para tomarse a la ligera. Con antelación se siente que algo se estira y comienza a tensarse. Una urgencia por liberar esa oscuridad que todos llevamos dentro. Ni se hagan que sí, aja, todos tenemos alguito.

Escorpión es una especie de buzo atento a todo lo que subyace bajo la superficie. Exacto, lo que nos esmeramos en esconder que nos avergüenza y vulnera. De pronto, se empieza a manifestar en sueños, en conversaciones o hasta en forma de incidentes aparentemente fortuitos. Imposible negarlo, hacerlo a un lado. Requiere atención inmediata.

Escorpión transforma. Alienta a soltar el pasado rancio (intentarlo al menos). A perdonar a los que forman el catálogo de impresentables en nuestra vida. A limar asperezas. Sí, con todo el que se pueda. Ese amigo, pareja, colega, al que por lo que sea, traemos entre ceja y ceja.

Lo que no está resuelto, lo que se deja a la deriva, ejerce un poder misterioso sobre nuestra vida. Lo inerte, lo oculto emana una energía que estanca, paraliza, altera, provoca ansiedad y miedos. Porque enfrentar nuestros temores y demonios personales, aunque sea incómodo, es de una valentía inenarrable.

El alacrán añora verdaderos intercambios; bienvenida toda emoción, todo sentimiento, todo lo que confronta e incomoda, sin filtro y sin mesura. Los misterios profundos, subterráneos que no han sido expresados acerca de la vida, la muerte y el sexo. Esta es la sabiduría del otro animal mítico que se asocia a Escorpión, la serpiente. Hoy nos aterra, pero hace miles de años en Creta, representaban la fuerza dadora de vida de las Diosas. A la serpiente en sí se le veneraba ya que se decía que albergaba los secretos de la vida y la muerte. Algo que muchos preferimos no tocar.

Llevamos tanto tiempo solos, encerrados con y en nosotros mismos, que es probable que sintamos que conocemos nuestros más retorcidos secretos, defectos e imperfecciones. Tanto para intuir y constatar que hay que ponerle fin a situaciones, relaciones que nos drenan y ya no alimentan. Es vital cortar de tajo lo que sin enterarnos, nos controla. Lo que corresponde bajo la influencia de una Luna llena de conclusión.

Pasamos por momentos de absolutos extremos en tanto a nuestras emociones, a la convivencia, a las expectativas. Es probable que no queden muchas ganas de pensar un minuto más, de seguir rumiando tantos recovecos en pos de iluminar las cavernas de nuestro subconsciente. Ha llegado el momento de liberarnos. Esta Luna es una de énfasis en la comunicación, de alzar la voz, de decir lo que hemos callado, de exigir nuestro lugar. El trino (aspecto amable) con Neptuno (disolución) hará que tanta intensidad sea más manejable.

Por los aspectos a Plutón (lo oculto) y a Marte (la vitalidad) lucharemos por autenticidad y libertad emocional. La clave para estas semanas, es la voluntad para caminar en terrenos escabrosos.

El reconocer, descubrir y aceptar nuestros demonios es un viaje transformador que permite a los anteriores monstruos convertirse en tótems o símbolos que potencian el proceso curativo personal.

Durante este pasaje, procuremos entender que no hay que ser perfectos, ni lindos, ni amables. Sólo valientes. Sólo honestos. Estamos ocupados en desenmarañar nuestros misterios, no hay tiempo para sutilezas. ¿Le entran?

¡Buenas Lunas! Que ésta es además la última Super Luna del 2020.

Una ayudadita musical para creernos que lo podemos todo.

 

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